ENTRADA 9
ENTRADA 9
1. Definición de educación y del proceso seguido
hasta alcanzar un consenso
Definiría educación como un proceso de perfeccionamiento, en
el que se busca desarrollar al máximo las habilidades personales del individuo,
a la par que se le proporciona herramientas para su incorporación en la
sociedad. Creo que en esta definición se incluyen los dos aspectos que se han
de tener en cuenta cuando se tratan cuestiones educativas: el aspecto
individual (cada persona es un mundo, por limitado y pequeñín que sea este), y
el aspecto colectivo (las personas no flotan en el vacío, sino que están
incrustadas en una sociedad, rodeados de personas, instituciones, corrientes de
pensamiento etc., que les moldean y configuran a la par que ellos se adhieren o
confrontan con ellas). Por otro lado, el fin último de la educación debe ser (debe
ser, no digo que sea) el perfeccionamiento, la mejora del individuo (los más
pesimistas dirán que es un medio de ideologizar al personal, de distorsionarlo,
de homogeneizarlo para adaptarlo, de la manera menos traumática posible, al
sistema, visión extrema pero tampoco descartable en una versión más moderada -¿por
qué, sino, es uno de los caballos de batalla de los partidos políticos?-).
2. Enumeración de
valores a partir de los cuáles educar, esto es, del modelo de sociedad que
te/os gustaría propugnar.
Si tomamos como referencia la Guía de la Fundación SM: Jóvenes en tiempos de pandemia (2021), veremos como principales
preocupaciones:
1. Jóvenes preocupados por el medioambiente y más
comprometidos con la política, pero muy distanciados de sus representantes en
las instituciones
2. La juventud española reconoce de manera unánime el valor
de la educación y la importancia de los centros educativos como núcleos de
transmisión de valores y conocimiento
3. La espiritualidad está muy presente en la vida de los
jóvenes
4. Los jóvenes viven en las redes sociales, pero disminuye la
importancia que atribuyen a los amigos y conocidos
5. El cambio climático es considerado como el principal
problema de España, pero el 25 % cree que es una exageración
6. Valoran que las desigualdades de género siguen estando
presentes en lo que respecta a los salarios, en la toma de decisiones y en las
redes sociales. Pero son las mujeres jóvenes las que asumen un mayor liderazgo
en la defensa del medioambiente y de la igualdad social
7. Los jóvenes prefieren vivir en una sociedad diversa, pero
creen que ellos mismos no tratan bien a los inmigrantes
8. Jóvenes tecnológicos, pero que leen más y prefieren leer
en formato tradicional, en papel
9. El 46 % de los jóvenes considera que su vida futura será
mejor que la de sus progenitores, pero un porcentaje similar cree que tendrán
serias dificultades para formar un hogar y ser autosuficientes económicamente
Por lo tanto, estaremos de acuerdo en que la cuestión
medioambiental es relevante, y, por ende, las acciones políticas deberían ir
encaminadas a paliar o revertir el proceso; no obstante, representantes
políticos e instituciones son percibidas como obstáculos, de ahí el cinismo e inacción
en el que a menudo caen los jóvenes (lo vemos en el último punto: más de la
mitad de los jóvenes cree que va a vivir peor que sus padres). Quizá uno de los
primeros valores a considerar sería, precisamente, la participación activa en
política, el compromiso real, sin idealismos de por medio, reconociendo todo lo
duro y frustrante que puede llegar a ser esta labor (en ocasiones totalmente infructífera).
A pesar de lo bien valorada que está la educación, habría que
reflexionar sobre ciertas educaciones, como la formación profesional, bastante
denostada, y revisar, asimismo, la universidad, quizá demasiado sobrevalorada.
Por tanto, un valor a considerar sería el del realismo: ver la educación, en
sus distintas vertientes, en sus variadas formas (más o menos intelectuales o
manuales), como una ayuda para conseguir trabajo, como una preparación, antes
que como un salvavidas existencial (yo, que vengo de filosofía, puedo dar
cuenta de ello –y de ellos: profesores universitarios al margen de las
preocupaciones laborales, únicamente preocupados en sus papers y en sus reducidísimos
campos de estudio-).
La espiritualidad habría que confrontarla al materialismo, al
consumismo, antes que abandonarse en espiritismos de cinco minutitos al día (preocupante
el uso y abuso, más o menos cínico e irónico, de boberías astrológicas, que
andandito andandito pueden devenir en creencias y supersticiones no tan cínicas
e irónicas). Un valor a considerar, pues, sería un espiritualismo bien dirigido
(sobre cómo implementarlo, la verdad sea dicha, suspendo el juicio; asimismo,
resultaría complicadísimo de definir y delimitar, de responder eficazmente a la
pregunta: ¿qué es o en qué consiste un espiritualismo bien dirigido –aunque he dado algunas
pinceladas sobre ello-?).
Preocupante la relación entre redes sociales y nuevas formas
de entender la amistad, no porque la amistad cibernética sea imposible, sino por
la importancia de la presencialidad en cuestiones de empatía (el anonimato, y
esto está muy estudiado y probado, conduce, en muchas ocasiones, a unas
hostilidades y virulencias casi impensables, o, por lo menos, mucho menos frecuentes,
que en el trato cara a cara -¿las TICS nos volverán, a largo plazo, menos
empáticos?-). A pesar de ello, los jóvenes “leen más y prefieren leer en
formato tradicional, en papel”, lo que quizás nos hable de ciertas cortapisas a
las nuevas tecnologías: aún quedan reductos inexpugnables (aunque no sabemos
por cuanto tiempo).
Si importan las desigualdades de género, y “son las mujeres
jóvenes las que asumen un mayor liderazgo en la defensa del medioambiente y de
la igualdad social”, la cosa está clara: considerar valores y sentidos
extraídos del ecofeminismo. Así se matan dos pájaros de un tiro; o tres, si se
pone el foco, a mayores (aunque el ecofeminismo, de hecho, ya lo hace), en todo
lo referente a las diferencias culturales, las opresiones estructurales… Desde
el ecofeminismo se podría tratar la cuestión inmigrante, ya que se considera
que estos y las mujeres son, mutatis mutandis, ciudadanos de segunda.
Como conclusión, decir que prácticamente todas estas
problemáticas se encuentran tratadas, o por lo menos consideradas, en el
ecofeminismo, por lo que, respondiendo de una a la pregunta inicial: “valores a
partir de los cuáles educar, esto es, del modelo de sociedad que te/os gustaría
propugnar”: véase ecofeminismo. Pero tampoco nos engañemos: una cosa es
enumerar y propugnar, y otra muy distinta poner en funcionamiento (las severas
diferencias entre teoría y práctica).
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