ENTRADA 12
ENTRADA 12
Asesoramiento de niños
y jóvenes
Curioseando por los blogs, me topé con una entrada, en el
blog Familia y cole (publicada el 3 octubre de 2021 por jesusjarque[1]),
en la que se asesoraba sobre el consumo del porno en menores (https://familiaycole.com/2021/10/03/mi-hijo-ve-porno/).
Vemos a dos niños sumamente rijosos, bisoños en lo lúbrico, ergo
potenciales crápulas (futuribles
degenerados de facto), contemplando la pantalla de un pequeño portátil, con las
manos no muy a la vista; y debajo, un pie de foto en el que leemos: “Acabo de
sorprenderlo: Mi hijo ve porno por internet. ¿Qué puedo hacer? ¡Solo tiene 10
años!” Más allá de lo siniestro del encabezado, con esos paliduchos pimpollos
tan inquietantes, en la entrada se tratan, valgan los dobles sentidos,
cuestiones harto candentes.
Primero, se nos ofrecen una serie de datos sobre el acceso a
la pornografía en menores: el inicio cada vez más temprano, y es muy sencillo arribar
a toda clase de materiales, por duros que estos sean (a veces queriendo, por
curiosidad, o por descuido –pensemos en el Emule, por ejemplo, donde el 90% de
los enlaces conducían al porno-).
A continuación, se nos proporciona una serie de puntos en los
que se dilucida la peligrosidad de la pornografía en menores de edad: degrada
las relaciones sexuales, ya que en muchas ocasiones, quizá en la mayoría, estos
productos contienen un cierto grado de violencia y sometimiento; son ficciones
(lo que una comedia romántica sobre las, a menudo, pedestres relaciones
amorosas que se dan en la realidad), pero no todos, especialmente los niños,
las perciben como tales, dados sus comportamiento generalmente impulsivos, y
sus dificultades para separar lo real de lo irreal (cómo van a hacerlo, si aún
creen en reyes magos, papas noeles y semejantes catervas ficcionales –no obstante,
cuidado con los adultos, en ocasiones igual de infantiloides-); todo esto puede
conducir a imitaciones con conclusiones pavorosas.
¿Qué hacer, sin embargo, si esto sucede; si pillamos al
pequeño, metafóricamente, o no, con las manos en la masa? Recomiendan, tanto a
padres como a futuros educadores, no escandalizarse (“no te muestres como si tu
hijo fuera un pervertido”); tampoco obviarlo: de lo que se trata es de llegar a
un término medio, explicarle, dadas sus limitaciones, por qué no deben consumir
estos productos. La curiosidad, a estas edades, anda muy desarrollada, por lo
que sería preferible tratar de reconducirla, advertir e informar de los
peligros que se corren en internet, establecer normas rígidas de uso. Si el
pequeño, sin embargo, no deja de hacer uso de este tipo de contenidos, lo mejor
es llevarle a un especialista (véase nota 1).
También se proponen medidas preventivas: incorpora un control
parental en los dispositivos; navega con ellos, esto es, que aprendan con el
ejemplo (se precisa, evidentemente, de un mínimo de ejemplaridad por parte de
los progenitores); en cualquier caso, que naveguen con supervisión (uno de los
grandes problemas con los nativos digitales, frente a los inmigrantes
tecnológicos, es que los primeros controlan más que los segundos, con lo que
estos se ven sobrepasados, dejando, a menudo, en medio de la selva cibernética
al muchacho; por tanto, el supervisor debe estar varios pasos por delante del
supervisado); pero quizá el punto más relevante, y desde luego menos tratado,
es el de la educación sexual: padres y profesores deben asesorar desde el
principio. Aún sigue siendo un tema tabú, con lo que tenemos, paradójica o
hipócritamente, a jóvenes obsesos, adictos a una autogratificación degradante
por compulsiva, y risitas y miradas de reojo cuando se tantean soluciones, como
impartir una asignatura, o varias, o por lo menos cursillos mínimamente
solvente[2],
sobre estas cuestiones.
En fin, un artículo muy interesante.
[1]
Otra entrada muy recomendable del mismo autor, muy interesado, por el caso que
sea, en esa clase de asuntos: “Se masturba en clase y en casa. Hola, soy un
orientador y te quiero hacer la siguiente consulta: una alumna de primaria se
masturba en clase. ¿Qué pautas debo dar al profesor y a la familia?” (https://familiaycole.com/2012/02/29/se-masturba-en-clase-y-en-casa/)
[2]
Aún recuerdo la extraña película de dibujos animados (animados para quien no ha
visto un dibujo en su vida, que la cosa parecía propaganda soviética), sobre
unos gatos que se frotaban, con peculiar frenesí, unos larguísimos cuellos para,
posteriormente, quitarse los collares y ocultarse tras las sábanas. Eso, por lo
visto, era una “pieza introductoria de educación sexual”. Todos salimos con más
dudas que respuestas, y con una insólita mezcla de aversión y atracción hacia
los felinos.
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